Fenómenos y actos de la vida cotidiana

En cualquier parte del mundo, desde el momento de su nacimiento, el ser humano tiene una existencia conformada por varios aspectos, entre los que podemos contar el familiar, el social, el espiritual o religioso, el moral.

Desde su aspecto regulatorio, cada ámbito está integrado de la siguiente forma:

Familiar

Se integra con reglas parecidas a las sociales, pero con una relación de intimidad y proximidad que, cuando no se cumplen, podrían provocar hasta la división de la familia. Ejemplo: Cuando se establece a los hijos una hora de llegada, ésta debe ser respetada; en caso contrario podrían ser acreedores a una sanción, como por ejemplo no ver televisión por determinado tiempo.

Social

El ámbito social se compone por reglas de trato social que no imponen derechos ni obligaciones pero que, cuando no se respetan, son sancionables con el rechazo social. Ejemplo: Al pasear a un perro, debemos limpiar sus desechos, ya que de lo contrario los vecinos se enfadarán por dejar sucia nuestra calle (independientemente de que el acto pueda tener consecuencias jurídicas).

Espiritual o religioso

Se compone de mandamientos divinos, que incluyen un contenido moral. Ejemplo: En la religión católica, si se peca y se vulnera lo establecido en los 10 mandamientos, el sacerdote en confesión impone una sanción.

Moral

Compuesto por costumbres y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento de las personas. Ejemplo: Cuando se ofrece a un individuo participar en negocios dudosos, los cuales van en contra de los principios que ha asumido como base de su conducta (además de que su participación podría tener consecuencias jurídicas).

Jurídico

El ámbito jurídico se compone por normas que traen consigo derechos y obligaciones cuya finalidad es regular nuestra conducta en sociedad. Ejemplo: Al comprar una televisión, realizamos un acto jurídico en el que tenemos, por un lado, la obligación de pagar el precio y, por otro, el derecho de que se nos entregue un producto.

Podemos encontrar las consecuencias de las actividades relacionadas con los ámbitos antes mencionados en el transcurrir de nuestra vida cotidiana, en los recorridos que realizamos para llegar a trabajar y estudiar, al comprar la despensa, salir de vacaciones, realizar algún trámite (como la obtención de la licencia para conducir), etcétera. Asimismo, no podemos encontrar casi ningún acto que realicemos que no tenga una connotación o alguna consecuencia jurídica, ya que necesitamos de normas creadas por el Estado para hacer posible nuestra convivencia en sociedad.

Situaciones con consecuencias jurídicas

El hecho de transportarnos hacia nuestro trabajo es un acto que realizamos cotidianamente que implica situaciones jurídicas. Al pagar el pasaje, pagamos un servicio consistente en llevarnos a determinado lugar, pero en casos extremos y fortuitos implica muchas más situaciones de derecho ya que, si hay un accidente, se deben deslindar responsabilidades por lesiones y por daños a otro vehículo por parte del chofer y de la empresa propietaria del autobús; asimismo, las personas que se encuentren trasladándose a su trabajo, tienen derecho a que dicho accidente y sus lesiones se tomen en consideración como un riesgo de trabajo. Es decir, la vida cotidiana, involucra siempre situaciones jurídicas, en diversos ámbitos (civil, laboral, mercantil, etcétera), de las que debemos estar conscientes como miembros de una sociedad y como profesionales del derecho.

El derecho se encuentra ligado con nuestra vida diaria y con los actos que realizamos en forma cotidiana. De dichos actos y fenómenos se desprenden derechos y obligaciones con consecuencias jurídicas establecidas como obligatorias por el Estado a través de los supuestos que dictan las normas jurídicas que rigen en distintas materias.

Por ello, actos tan sencillos como comprar medicina o conducir un auto –así como los que suceden de forma inesperada como un accidente vial o el deslave de una carretera– se encuentran contemplados en las normas jurídicas. Estas normas disponen los derechos y las obligaciones que surgen, tanto de los actos rutinarios, como de los que suceden de forma inesperada y que tienen mayor grado de complejidad.